LA COPA DE CRISTAL - Capítulo cincuenta y nueve


LA COPA DE CRISTAL

Capítulo cincuenta y nueve


Finalmente llegaron los bocadillos... Ricardo pidió un rosbif, Roseli, una hamburguesa con queso... los dos platos se colocaron frente a él, junto con una montaña de papas fritas, como le habían pedido al encargado. La niña mordisqueó su merienda... y un suspiro de placer escapó de sus labios...

- Bueno, ¿no?

- Muy bien... me encantó este queso...

- Sí... aquí realmente le ponen mucho empeño a sus antojitos... esta carne asada, por ejemplo... pocos lugares hacen un bocadillo tan bueno...

- Ha pasado un tiempo desde que comimos juntos, ¿no?

- Sí... han pasado tantas cosas en estos meses...

- Lo se... y tu como estas?

- Me llevo... toco el barco donde me lleve la vida...

- Ha pasado un tiempo desde que visitaste a Leticia...

- Sabes que últimamente no tengo cabeza para eso...

- ¿No tienes cabeza para visitar a tu hija?

- Si... No creo que sea muy bueno ahora mismo...

- ¿Como asi?

- Bueno, los niños suelen notar nuestro estado de ánimo... y el mío ha estado un poco inquieto últimamente...

- ¿Por qué no ves a un psiquiatra? Tal vez te ayude...

- Ahora no es el momento... si voy al psiquiatra, la empresa podría pensar que no soy apto para trabajar con ellos... sigo en la experiencia...

- Deja de hacer el tonto, hombre... cuidar la salud mental es algo muy importante para nuestra vida, ¿sabes?

- No viniste a verme a aconsejarme que fuera a un psiquiatra, ¿verdad?

- No, no... no sé, hoy amanecí mal...

- ¿Fui al médico?

- No, no es ese tipo de malestar… es una angustia, como si estuviera pronosticando que algo malo iba a pasar…

- Y luego vino a verme...

- Fue de última hora... en realidad, me iba a mi casa...

- Y entonces decidió venir a verme...

- No tienes idea de cómo estuvo mi día hoy...

- ¿Fue realmente malo?

- ¿Alguna vez escuchó la expresión "hoy se levantó con el pie izquierdo"?

- Sí... de vez en cuando suelo decir que...

- Bueno, hoy literalmente me levanté con el pie izquierdo...

- ¿Como asi?

- Escapé de varios accidentes durante el día... casi termino en el hospital...

- Es broma...

- No, en serio... empezó con un maniquí que hizo un cortocircuito y se incendió...

- Guau...

- Y así sucesivamente... si mi ángel de la guarda no estuviera de servicio hoy, creo que estaría del otro lado de la vida para entonces...

- ¿Y tu agonía?

- Continuará. Y de repente sentí una inmensa necesidad de verte...

- Eh... ¿por qué?

- No sé... pero sentí que necesitaba ir a verte....

- Muy bien... me has visto... y ahora?

- No sé... ¿qué vas a hacer ahora?

- Bueno, me iba a casa... a descansar un poco...

- ¿Puedo invitarte a ir al cine?

- ¿Cuando?

- Ahora, eh...

- ¡¿Ahora?! Pero...

- Yo pago las entradas...

- No es que... es que yo...

- Ha pasado un tiempo desde que hemos estado juntos por un tiempo... sería muy agradable, ¿no crees?

- Está bien... mañana es mi día libre, no tengo que madrugar... pero ¿y doña Olga?

- Ya te dije que voy a llegar tarde hoy...

- ¿Y ella sabe por qué?

- Sí, dije que había venido a verte...

- Bueno, entonces no puedo huir, ¿verdad?

- No, no hay... ¿Nos vamos?

Y los se fueron riendo, hablando como hacía mucho tiempo que no lo hacían. Sí, aparentemente eran felices... por supuesto que fue una cosa del momento, pero así es la felicidad, ¿no? Se compone de momentos dispersos a lo largo de la vida, como una gran colcha de retazos... los dos fueron al centro comercial, eligieron una película al azar... terminó siendo una caricatura... y se divirtieron mucho con las aventuras de los personajes en la pantalla grande. Por fin terminó la película... era hora de despedirse... Roseli no le iba a pedir que la acompañara a casa de su madre... lo único que le pidió ese día fue su compañía. Pero, por alguna razón que el corazón no puede explicar, Ricardo decidió acompañarla. Por alguna razón inexplicable, se sentía feliz, con el alma liviana... como no se había sentido en mucho tiempo. El mal presentimiento que Roseli había estado cargando desde que despertó ese día, simplemente se disipó como la niebla bajo el sol… se sintió extrañamente aliviada. Esa amargura que la había acompañado desde las primeras horas del día simplemente desapareció. Incluso me sentía feliz...

Era un poco después de la medianoche cuando los dos llegaron a la puerta de doña Olga. Ricardo hizo ademán de despedirse, pero Roseli se le adelantó y le preguntó si no quería dormir en casa de su madre... al fin y al cabo, su habitación siempre estaba ordenada, esperando el regreso del hijo pródigo...

Después de pensar un poco, Ricardo decidió aceptar la invitación de su ex… al día siguiente no iba a trabajar, hacía mucho tiempo que no visitaba a su madre ni a su hija, la casa donde vivía solo le producía cierta depresión… y en ese momento la compañía de Roseli era sumamente agradable… sí, hacía mucho tiempo que no tenía un final de día tan agradable como el que había experimentado en las últimas horas. Cuando Roseli abrió la puerta y entró a la habitación, doña Olga estaba sentada en el sofá viendo una película. Cuando vio entrar a su hijo con la niña, su rostro se iluminó de felicidad. No dijo nada... conocía la genialidad del chico, y siempre que estaba en su presencia, siempre actuaba como si anduviera sobre cáscaras de huevo... no se levantaba de donde estaba... se limitaba a saludarlo como si fuera cualquier otra persona, aunque por dentro quería abrazarlo fuerte y colmarlo de besos. Pero se quedó exactamente donde estaba. Rose preguntó por su hija, doña Olga informó que la pequeña llevaba mucho tiempo durmiendo. Mirando a su hijo, le preguntó si se iba a quedar a pasar la noche. Él respondió que sí, que como al día siguiente estaba libre, aprovecharía para pasar un rato con Letícia. Sólo entonces doña Olga se levantó de su asiento para ordenar la habitación del niño. Mientras tanto, él y Rose continuaban conversando animadamente, como hacía mucho tiempo que no lo hacían. Era como volver a su época de citas...

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