WALKÜREN - LAS TRES MARÍAS Capítulo cincuenta y uno
WALKÜREN - LAS TRES MARÍAS
Capítulo cincuenta y uno
Juvêncio y su pandilla siguieron las huellas de su caza. A pesar de que el Lagarto les llevaba ventaja, sus animales lograron mantener un ritmo razonable y poco a poco fueron acortando distancias. Poco más de una hora de viaje vieron a su objetivo, quien por cierto se disponía a atacar a su víctima. Juvêncio suspiró aliviado... podría impedir que Anhangá disfrutara de su cena...
Cuando la bestia estaba a punto de lanzar su ataque, el grupo comenzó a disparar, primero al aire. La bestia rápidamente se volvió hacia él. Sus ojos brillaron aún más, tal era la ira que sentía por haber interrumpido su ataque. Cuando la primera bala de plata pasó silbando junto a él, soltó un chillido estridente e intentó empujar su montura hacia adelante. Santana y Carneiro se acercaron a la casi víctima, un vaquero callejero que intentaba llegar a la finca y se perdió en el camino...
- ¿Todo bien amigo?
- Todavía está en shock, Santana...
- A ver si todo está en orden con él...
Mientras los dos cuidaban a la casi víctima, Juvêncio y el resto de la pandilla continuaron la persecución del Lagarto. Comenzaron a disparar hacia la bestia y se dieron cuenta que uno de los disparos alcanzó al "jinete"... al sentir el impacto, hizo que su "montaje" acelerara de tal manera que pronto desaparecieron en medio de la noche. Cuando llegaron al lugar donde la bestia fue golpeada, Juvêncio desmontó y comenzó a revisar el lugar. Pronto encontró una babosa similar a la que había visto antes...
- Chicas, esas no son plumas... son babosas...
Matilde quedó asombrada… nunca pensó que sería testigo de tal hecho. Juvêncio se acercó al extraño ser con mucha cautela. Notó que el pequeño gasterópodo, al sentir su acercamiento, se retiró por completo, en señal de defensa. Era un ser vivo y autónomo. Por tanto, lo que vieron cubriendo el cuerpo del extraño ser fue una colonia de gasterópodos… ¿cómo era posible?
Santana y el Dr. Carneiro llegaron al grupo, acompañados por el vaquero. Éste ya se había recuperado. No entendía muy bien lo que había sucedido, pero era consciente de que había escapado de la muerte por los pelos...
- Este es el...?!!!
- Sí, doctor… ¡es el parásito de nuestro extraño vampiro!
El médico metió la mano en su bolsillo y sacó un frasco con unas pinzas...
- ¿Puedo capturarlo?
- No lo sé doctor… la otra vez simplemente se desintegró…
Carneiro capturó el pequeño molusco con sus pinzas y lo colocó dentro del vaso, que cerró con cuidado. Parecía una captura fácil. Con mucho cuidado, guardó el vaso en su bolsillo. Bueno, no era el dinosaurio, pero sirvió como premio de consuelo… al fin y al cabo, había logrado capturar a uno de los comensales del ser fantástico que estaban cazando…
- ¿Y ahora, delegado? ¿Qué haremos?
- Bueno, creo que hoy nuestro amigo ayunará… a menos que haya otros caminando por ahí, no habrá muertes alrededor… no causadas por él…
- Eso quiere decir...?
- Creo que podremos regresar a la ciudad… no tardará y amanecerá…
- ¿Está seguro, diputado? Yo creo...
- Santana, si hay más animales de estos por ahí, lo sabremos a primera hora de la mañana. Lo que podíamos hacer, ya lo hemos hecho. Es hora de regresar y evaluar lo que descubrimos esta noche.
Y así, el grupo inició su regreso a la ciudad. Matilde no quedó muy satisfecha con el resultado de la excursión... para ella, el jefe de policía debería haber disparado a ese monstruo cuando tuvo la oportunidad...
El sol ya estaba saliendo cuando el grupo finalmente llegó a la ciudad. Dejaron a sus animales en el establo y se dirigieron a la casa de huéspedes, a desayunar y descansar un poco... o sea, Santana iría directo a la comisaría, ya que era el jefe de policía de la ciudad. Torquato lo reemplazaría por la tarde, y así los dos podrían descansar un poco. Juvêncio se iba directo a la cama, porque estaba arruinado... como él mismo dijo, los años pasaron factura. Doña Matilde iba a la escuela, pues insistía en abrirla todos los días. Luego se iba a su casa a descansar un poco, y regresaba por la tarde para ver cómo iban las cosas en la institución. Las tres Marías también descansarían. El único que estaba eufórico, que no veía la hora de entrar a su laboratorio, era el doctor Carneiro. Quería hacerle algunas pruebas al animal que había capturado en el campo...
Hacia el mediodía, después de una buena siesta, Juvêncio apareció en la comisaría. El doctor Santana parecía adormilado, pero resistió valientemente en su puesto. Juvêncio se ofreció a ocupar su lugar, oferta que fue inmediatamente aceptada. Después de que Santana se fue a descansar, Juvêncio decidió echar un vistazo al laboratorio. Y encontró al doctor Carneiro desanimado. Al ver al buen doctor en ese estado, le preguntó qué había pasado...
- Ah, policía… ni siquiera te lo diré…
- El animal se convirtió en humo...
Carneiro lo miró asombrado...
- ¿Como adivinaste?
- Bueno, si aún no lo has entendido, estamos luchando contra un vampiro… y los vampiros simplemente mueren en contacto con la luz del sol…
- En ese caso, es más que un vampiro, ¿no?
- Desafortunadamente, sí... y hay un problema más relacionado con eso...
- ¿Que seria?
- ¿Alguna vez sacaste la bala del vaso?
- No… en cuanto lo saqué de mi bolsillo y lo coloqué sobre la mesa, abrí la ventana. Salió el sol y...
- Y tu mascota se esfumó...
- Eso mismo...
Juvêncio cerró la ventana y la puerta, encendiendo la lámpara. La habitación estaba a oscuras.
- ¿Por qué no enciendes la luz eléctrica?
- Lo entenderá, doctor... un poco de paciencia, por favor...
Juvêncio miró dentro del contenedor. Llamó al médico.
- Mira adentro… ¿ves algo?
- Parece que hay un poco de suciedad... parece polvo. Pero esto es imposible. Esterilicé este recipiente antes de usarlo...
- Yo creo. Ahora, presta atención...
Juvêncio abrió la tapa de la botella y, con una aguja, hizo un pequeño agujero en su dedo. Dejó caer una gota de sangre en el vaso. Se levantó humo y, como por arte de magia, el molusco resurgió de nuevo...
- Pero como....
- Y ese no es nuestro mayor problema, doctor...
- ¿Pero como asi?
- Para destruir estas cosas, necesitamos quemarlas con fuego... o resucitarán y seguirán atacando...
- Pero...
- Son vampiros, doctor… ¿nunca se ha topado con ninguno durante su carrera?
El asombro inicial se transformó en terror. Sí, el doctor ya había oído varias historias sobre estos monstruos. Pero nunca pensó en enfrentarse a nadie en su vida...
Comentários
Postar um comentário